De Petra von Olschowski, Museo de Arte de Stuttgart,19 de julio de 2013
Estimada Sra. Baumeister:
Estimados Srs. y Sras.
Dos imágenes, fotografías, en blanco y negro, que probablemente se hicieron a finales de la primavera o a principios del verano de 1955. En una de las fotos aparece su padre delante de ella y su hermana a su lado. Él aparece de pie, sólido, firme, estable, casi se podría decir inamovible, con las manos en los bolsillos del pantalón; no hace caso a la cámara, sino que más bien, como si no la viera, fija su atención en un punto en el suelo de su atelier. La hermana, con la pierna izquierda flexionada, en actitud juguetona, mira a su padre con una leve sonrisa, con las manos cruzadas por detrás de la espalda. Luce un traje elegante y un collar de perlas. Es más alta que la pequeña, que aparece en el medio del trío: Felicitas. Ella es la única que, sin posar su mirada sobre su padre, establece contacto visual con el fotógrafo, y de este modo también con el observador. Vemos una cara joven y sensible con mirada despierta y una figura delicada vestida con ropa deportiva a la moda de la época.
La segunda fotografía se debió tomar, con toda seguridad, apenas unos instantes antes o después: Felicitas está de pie sola delante de una pared con cuadros de su padre, lleva la misma ropa, y se halla casi en la misma pose, aunque esta vez su mirada se dirige a lo lejos. Parece como si su delicada silueta proyectara una ligera sombra sobre uno de los cuadros de su padre, probablemente Relief Alt-Rosa , como si su sombra se hubiera fundido con el motivo del cuadro y hubiera cobrado vida y se hubiera desprendido directamente de entre el mundo de formas de Baumeister. Como si de alguna manera emergiera del fondo en relieve monocromático y al tiempo se fundiera con él. Sumergiéndose.
Dos fotografías. A penas es todo lo que puede encontrar todo aquel decidido a trazar sus huellas. No hay publicaciones sobre ella, ningún ensayo ni artículo, apenas unas cuantas notas de prensa, ni rastro de ella en Internet. Sólo hallamos estas dos fotos en la página de inicio de la página web sobre Willi Baumeister, y ambas son del mismo año, el año en que la vida de Felicitas Baumeister cambiaría para siempre. Pero en el momento captado por las imágenes todavía no lo sabe. Acaba de aprobar el examen para la obtención del título oficial de modista de señoras en el prestigioso salón de moda de Stuttgart Karg, por lo que su padre está orgulloso, y allí conoció también a Roland Karg, que más tarde la hará su esposa. Cuatro años antes, tras graduarse en el instituto de enseñanza para señoritas Hölderlin, estuvo en París, para explorar el mundo de la moda de allí, más tarde fue al instituto de formación profesional para señoritas. La moda, será su mundo. Además le gusta dibujar y hacer fotos. Pero el 31 de agosto de 1955 fallece Willi Baumeister y todo cambia tanto para Margarete Baumeister, la madre, como para sus dos hijas Krista y Felicitas.
Todavía hoy en día, transcurridos ya, aunque parezca increíble, 58 años, siempre que se le pregunta a Felicitas Baumeister sobre ese momento de su vida, de sus labios brotan las mismas palabras, que siempre se repiten con pequeñas variaciones en su narración: obvio, natural, con confianza. Según cuenta se consagró a la causa con toda su alma, como dictaban los principios de su familia. E incluso la forma en que lo dice resulta tan: obvia.
Ahora se halla sentada ante mí con vaqueros y una elegante túnica, de nuevo delante de los cuadros de su padre, y también ahora lo mira a uno desde esos ojos vivarachos y despiertos (que son azules no se podía apreciar en la fotografía en blanco y negro), sonríe, abiertamente, con delicadeza, naturalidad, de forma tan elocuente y sobre todo: tan increíblemente joven.
La causa, a la que consagra toda su alma desde 1955, es la obra de su padre, Willi Baumeister. Aquí en este museo, en este círculo de conocidos y amigos, todos lo saben. ¿Pero cuántos casos conocen en el mundo del arte en que alguien logre conservar al más alto nivel durante años e incluso décadas la obra, fama y reputación entre el público, los coleccionistas, curadores, museos, galeristas, marchantes, historiadores del arte y artistas sin recurrir a escándalos ni querellas, polémicas ni dudas, sino consagrando toda su energía a mantener el legado vivo, permaneciendo siempre en un segundo plano? Desde el fallecimiento de su hermana Krista Gutbrod en 1995, esta misión recae sobre todo en sus manos y en las de su sobrino Jochen Gutbrod. Y en mi opinión la cumple de manera encomiable. Su jugada más acertada fue en 2005 legar el archivo privado como préstamo permanente al Museo de Arte de Stuttgart. Generoso y al mismo tiempo perspicaz. Aunque sobre eso profundizaré más tarde.
Tal vez su forma de obrar se corresponda con una actitud, como la que Willi Baumeister describe citando a Goethe en su tratado teórico sobre arte Das Unbekannte in der Kunst (Lo desconocido en el arte) y que, ahora, transcurrido el tiempo, parece haber escrito en el libro dirigiéndose a su hija:
Goethe a Eckermann:
Querido hijo, deseo confiarle algo, que espero que le sea de gran ayuda en muchas situaciones y redundará en su interés mientras viva. Mis obras no pueden hacerse populares. Todo el que así lo cree y se esfuerza en pos de este objetivo está equivocado. No están escritas para las masas, sino más bien para personas concretas, que comparten deseos y esperanzas y caminan en una misma dirección.
En este mismo sentido Felicitas Baumeister tampoco se propone hacer que la obra de Willi Baumeister se haga popular, si no captar el interés de aquellas personas con inquietudes similares y que caminan en una misma dirección. Nunca se ha dejado influir por la presión del mercado ni del espíritu de la época. A mi pregunta sobre si hubo crisis, responde: no, de hecho no.
Muchos de nosotros, de los que nos hemos reunido hoy aquí, conocemos los datos, los hechos. Y sin embargo, no estaría de más volver a echar la vista atrás y tratar de descubrir la figura de la propia Felicitas Baumeister oculta tras la gran sombra de Willi Baumeister.
La entrada en el diario del padre es más bien escueta: 26.4.1933 miércoles temprano, a las 4.30 nace una hija. Sin complicaciones. La madre se encuentra bien, la niña es normal. - Normal no es mucho decir. Apenas unos días antes Willi Baumeister, Profesor de Publicidad Gráfica y Tipografía en la Escuela Municipal de Artes y Oficios (Städelschule) de Fráncfort del Meno, había recibido una carta del nuevo director en la que se le comunicaba que en lo sucesivo se prescindiría de su dilatada actividad como docente . Ya se intuían los años funestos que estaban por llegar. Baumeister se ve obligado a dejar su atelier de Fráncfort y se muda con su mujer y su hija Krista de cuatro años el 7 de abril a Stuttgart, a la calle Gerokstraße, a casa de sus suegros. ¿Y ahora qué? , se pregunta en su diario.
19 días más tarde llega al mundo su segunda hija, en una época de depresión, como escribe Baumeister a Schlemmer en estas semanas. sin ingresos (...) situación sumamente pobre con pocas perspectivas. Esta niña se llamará Felicitas, felicidad.
Willi Baumeister, considerado por el régimen nazi artista degenerado , se las arregla para sacar a su familia adelante poniendo su arte al servicio de los encargos y proyectos tipográficos de Kurt Herberts, propietario de una fábrica de barnices de Wuppertal. Felicitas acude a la escuela Wagenburgschule. Cuando en 1943 la casa de la Gerokstraße queda inhabitable como consecuencia de un ataque aéreo, la familia se muda al Jura de Suabia, a Urach, donde Felicitas va a la escuela primaria y luego a la secundaria. Como el frente se acerca cada vez más, la familia busca asilo en una cueva en las cercanías. En la Semana Santa de 1945 la familia decide finalmente huir: su destino es la casa de su camarada artista Max Ackermann y su mujer Gertrud en Höri en el Lago Constanza. Aquí es donde los Baumeister viven el final de la guerra y desde donde parten a finales de agosto de 1945 con seis cajas de cuadros y el manuscrito de Das Unbekannte in der Kunst (Lo desconocido en el arte) a Stuttgart, ya que parece ser que puede haber perspectivas de futuro para Willi Baumeister en la Academia de Arte de Stuttgart. En 1946 se le nombra catedrático. En 1947 se publica Das Unbekannte in der Kunst .
En el ejemplar que regala a su hija Felicitas, escribe con fecha del 21 de noviembre de 1947:
A mí querida hija Felicitas, la oficial adjunto, secretaria con buena memoria, que siempre encuentra las notas, cartas traspapeladas y llaves perdidas. A ella que siempre se mostraba solícita para prepararme un cigarro, y dispuesta para una buena reprimenda, si ponía en peligro el orden. Especialmente en recuerdo de los años en Urach, 1943, 44, 45, en los que se redactó este escrito en el pequeño comedor con mesa para cuatro. Veíamos pasar una estación tras otra y a pesar de todos los horrores a nuestro alrededor, nunca perdimos el valor (...)
¿A caso no hizo falta valor para, tras el fallecimiento de su padre, hacerse cargo de su legado y reunir las condiciones para la investigación y conservación de la obra de uno de los artistas del modernismo más importantes de Alemania, si no de Europa? Felicitas Baumeister apenas se detiene un momento a pensar, y responde con un no, su madre, su hermana y ella ya habían acompañado la obra antes. A menudo cuando su padre llegaba del atelier por las noches discutía punto por punto su trabajo del día con la madre de Felicitas, también artista. Desde pronto ya había fotografiado obras y grupos de obras. Cada año por Noche Vieja examinaba la producción de ese año, casi se podía decir que guardaba registro de cada una de las obras. En algunas fichas de obras importantes encontramos un buena . Sus criterios: En un cuadro debe intuirse la presencia de fantasmas. Estaba convencido del valor de su obra (de lo contrario las destruía), y siempre hizo, según cuenta ella, a su familia partícipe de ello. Describe como un día la familia entera lloró de emoción cuando el coleccionista y médico Ottomar Domnick compró un cuadro importante y lo recogió de la casa.
Parece ser que la relación con la familia siempre fue de mucho cariño y harmonía, tenía una relación muy estrecha con su hermana. En todas las cuestiones relativas a la obra las dos hijas siempre estaban de acuerdo. Y esto sigue siendo así con el hijo de su hermana Jochen Gutbrod. El hecho de que estuvieran de acuerdo le daba seguridad a Felicitas Baumeister. Y siempre estuvieron los amigos y consejeros, personas como por ejemplo el galerista Herbert Herrmann, que fue estudiante de Baumeister o Will Grohmann, con el que hizo el catálogo de la obra, con la original concepción: la clasificación por grupos de obras. Si a día de hoy se le pregunta por los éxitos más grandes en primer lugar nombra este catálogo. Con los años fueron muchos los patrocinadores, amigos y consejeros que se les unieron.
Poco después de la publicación del catálogo llega su primera gran cita internacional: el homenaje a Baumeister en la 30 edición de la bienal de Venecia en 1960. Cuando Felicitas Baumeister tres años atrás recibió el Título de Doctor Honoris Causa de la Academia de Arte, el Catedrático Hans Dieter Huber hizo especial hincapié en su discurso en lo siguiente: ya entonces Felicitas Baumeister no sólo se sintió responsable del legado de su padre, sino que además demostró tener aptitudes para la restauración y sensibilidad para la conservación, haciendo cuantos esfuerzos estuvieron a su alcance para que los cuadros y dibujos se pudieran presentar enmarcados y en un estado impecable.
La propia Felicitas Baumeister dice: Lo único que podíamos hacer eran exposiciones.
Cuando se le pregunta por sus principales virtudes contesta que está llena de energía e inquietudes pero sabe contenerse. No podemos olvidarnos de que también tuvo que hacerse cargo de su madre enferma. Y además también he estado 20 años casada y he trabajado mucho con mi marido , afirma, volviendo a dejar escapar una carcajada.
Durante casi sesenta años se ha dedicado a ordenar, clasificar, describir, valorar, archivar, transcribir, exponer, comunicar, publicar, restaurar, catalogar y mucho más. Y esto sin perder nunca la visión de conjunto. Y lo que es más: ha situado la obra de su padre en el lugar que le corresponde dentro de la historia del arte modernista, al tiempo que mantenía el interés de una generación más joven. Pero ella lo ve natural y no se atribuye ningún mérito especial, aunque basta pensar en las disputas surgidas en torno al legado del amigo de Baumeister Oskar Schlemmer, para darse cuenta del valor de su labor. Ha conseguido establecer una buena red de colaboradores tanto en la región, como a nivel nacional e internacional. Como ejemplo cabe destacar la exposición en tres partes con motivo del 100 cumpleaños de Willi Baumeister en Stuttgart y en la Nationalgalerie de Berlín, así como las exposiciones retrospectivas de Madrid y Múnich 2003/04.
Ahora tiene por delante la publicación de las cartas y la edición de los diarios, le gustaría además volver a tratar el motivo del jugador de tenis en la obra, y en este momento se encuentra inmersa en la preparación de la exposición Willi Baumeister International , que se inaugura en octubre de 2013 aquí en el Museo de Arte. Para la nueva generación de investigadores que desee centrar sus estudios en la figura de Willi Baumeister, ha cedido el archivo Baumeister, en colaboración con Hadwig Goez entre otros , que desde 2000 colabora con ella en la gestión del archivo, y de este modo ha conseguido, lo que muchos otros legatarios no consiguen: ha compartido con el público su archivo privado. Esto constituye sin duda una gran prueba de su fe en las nuevas generaciones.
¿Y proyectos personales? Todavía tiene muchos, nos cuenta. Y la verdad es que esa era nuestra impresión. Lo que a ella siempre le habría gustado es diseñar vidrieras, pero lo ha aplazado para cuando tenga entre 90 y 100. Entre tanto, entre inauguración e inauguración se las arregla para sacar algo de tiempo para disfrutar del sol y el aire libre en sus paseos de domingo por Wangener Höhe, su interés por la arqueología, su compromiso con la Academia de Arte de Stuttgart (lo que le agradezco especialmente) y para la ciudad de Stuttgart y su patrimonio arquitectónico y cultural. De hecho nadie acabamos de creernos eso de que se quiere tomar un año sabático tras la exposición en el Museo de Arte. Tiene demasiadas ganas de hacer cosas. Por ejemplo aprovechar su buena memoria para asegurar el conocimiento, como lo llama ella.
Antes de dejar el paraíso de la calle Gerokstraße esta tarde, le pregunto cuáles son sus cuadros favoritos. Entra en la habitación de Willi Baumeister con sus pequeños tesoros y grandes riquezas, con piezas únicas, joyas arqueológicas, máscaras, hojas coleccionadas de apreciados colegas artistas, con dibujos y pinturas. Se detiene ante dos cuadros de la serie Cuadros de crecimiento . Como se puede apreciar aquí la clara planicie va cubriendo la base oscura de la pintura dibujando así el perfil que se hace visible al final... Me parece importante. Casi se podría decir que el efecto, el movimiento es único , explica.
Pienso en el perfil de la señorita que posaba ante los cuadros de su padre. Las formas oscuras de los cuadros de la serie crecimiento centellean en casi todas las salas donde se exponen cuadros, se persiguen, vuelan, flotan, laten. Y se queda delante. Tranquila y clarividente. Felicitas, la oficial adjunta, la felicidad.