En los últimos cinco años de su vida, Willi Baumeister fue más productivo que en ningún otro período de creación artística, pese a que era reclamado como profesor de la Academia de Bellas Artes (Kunstakademie), como representante de la pintura moderna en numerosas exposiciones, en igual medida que como defensor incondicional del arte contemporáneo ante la opinión pública.
Su participación en un congreso de arte en Santillana del Mar, en otoño de 1950, marca el apogeo de su trabajo sobre el arte prehistórico y de sus investigaciones realizadas en Wuppertal entre los años 1938 y 1945. Baumeister presentó una ponencia sobre Las técnicas pictóricas y las cuestiones de conservación de pinturas de bisontes de la edad de piedra en la cueva de Altamira. En el viaje de retorno visitó la casa de Cézanne. En 1953 asistió en Milán a una gran exposición de Picasso, que sin embargo le decepcionó, pues consideró los trabajos tardíos algo más flojos.
En la abundante producción de sus últimos años se observan numerosas evoluciones interesantes, entre ellas los cuadros con arena Safer y las Metamorfosis , las series Aru, Montaru y Monturi, así como los cuadros Han-i . El artista continuó trabajando intensamente con diferentes técnicas de impresión, como la serigrafía y la litografía, y diseñando escenografías para teatro. Realizó varios proyectos de dibujo publicitario, como carteles para exposiciones, diseños de sobres y trabajos de impresión más pequeños, aunque ya no tantos como en los años veinte.
Muerte en el estudio
El 31 de agosto de 1955 Willi Baumeister murió súbitamente mientras trabajaba en un cuadro pequeño. Su muerte fue totalmente inesperada; fue encontrado ante su caballete. Sus cenizas se depositaron en la presencia de muchos amigos y compañeros en el cementerio Pragfriedhof de Stuttgart.
Solo más tarde se comprendió el significado de esta inesperada pérdida para el mundo del arte y de su legado a la posteridad.
Exposiciones y homenajes
En 1950 tuvo lugar la primera exposición del grupo ZEN 49, fundado un año antes por Baumeister, Fritz Winter y otros artistas. Baumeister obtuvo el primer premio en la primera Bienal del Museo de Arte Moderna de São Paulo.
Pero el punto culminante de esos años fue la exposición individual en la Hacker Gallery de Nueva York en abril de 1952, su primera exposición en Estados Unidos. La Asociación de Artistas de Wurtemberg (Württembergischer Kunstverein) le dedicó una amplia retrospectiva con unos 150 cuadros con ocasión del 65º cumpleaños de Baumeister en 1954.
En febrero de 1955 Willi Baumeister es galardonado con el Premio Gustav Klimt de la Secesión de Viena por el conjunto de su obra.
Defensor de la modernidad
En el verano de 1950 tuvo lugar el primer Coloquio de Darmstadt (Darmstädter Gespräch). En un debate con el título La imagen del hombre en nuestro tiempo participaron junto a Baumeister reconocidos historiadores del arte, como Gustav Friedrich Hartlaub, Hans Hildebrandt y Hans Sedlmayr, el psicoanalista Alexander Mitscherlich y el filósofo Theodor Adorno.
El coloquio acabó en una acalorada disputa, en la que las posiciones de Sedlmayr y de Baumeister chocaron violentamente. Ya en su libro publicado en 1948, Verlust der Mitte (Pérdida del centro), Sedlmayr había tomado clara posición en contra del arte abstracto, defendido por Baumeister y otros.
Esa misma intransigencia llevó a Baumeister a abandonar en otoño de 1954 la Asociación Alemana de Artistas (Deutscher Künstlerbund), en la que era miembro del consejo directivo desde su refundación en 1950, a modo de protesta contra las declaraciones desdeñosas sobre la pintura no figurativa emitidas por Karl Hofer (1878-1955) en una entrevista. Este incidente estuvo precedido de una polémica pública sobre el arte no figurativo entre Hofer y el crítico de arte (y biógrafo de Baumeister) Will Grohmann, acérrimo defensor y promotor del arte abstracto.
Teatro
Desde el final de la guerra Baumeister se dedicó intensamente al diseño de escenografías y vestuario para teatro. En esos años obtuvieron gran éxito especialmente la obra de Egon Vietta Die drei Masken (Las tres máscaras) en Wuppertal en 1952 y finalmente la función de Kommerell Kasperlespiele für grosse Leute (Teatro de guiñol para grandes), en Darmstadt en 1953. En algunos casos, las escenografías recibieron críticas más favorables que las propias obras, como apunta Baumeister en una ocasión en su diario.