Formas orgánicas y movimiento
En 1928 Willi Baumeister fue nombrado catedrático en Fráncfort. En esos años, las formas de sus cuadros se tornaron cada vez más suaves. Desarrolló nuevos conceptos y fue abandonando gradualmente la pintura estrictamente constructivista a favor de formas más orgánicas. De este modo, podía dedicarse más intensamente al motivo del movimiento. En esta fase realizó numerosos cuadros sobre bases de arena, que se aproximaban tanto en lo material como en lo formal a la pintura rupestre que tanto admiraba.
Deportistas
Dentro del gran número de cuadros de deportes se pueden distinguir dos enfoques en la obra de Baumeister de este período: Por un lado, un carácter geométrico que remite a los trabajos de los tempranos años veinte, con figuras planas y una composición del cuadro claramente axial; por otro, figuras en movimiento, vistas en perspectiva y con una corporeidad inusual.
Esta dirección, que Baumeister emprendió en torno a 1923 en paralelo a las representaciones planas, se limitó casi exclusivamente a las escenas de deportes. Los volúmenes sombreados le parecían más apropiados para este tema, como se muestra en Corredora (1925), Jugadores de tenis (1929), Figuras sobre azul (1928) y otros cuadros de deportistas. No obstante, estos motivos lo alejaron tanto de sus convicciones artísticas que más tarde los consideró una concesión equivocada al arte de la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit), llegando a deshacerse de muchos de esos trabajos.
Pero Baumeister despoja a los cuadros de deportes de su rigidez geométrica. Si bien en algunos trabajos aún conserva por algún tiempo la estructura rígida que había desarrollado a partir de 1919 en los cuadros murales y de máquinas (por ejemplo, Nadadores en la escalerilla, 1929, Hombre máquina, 1929-1930), ya se advierten ciertas diferencias. Los nadadores, por ejemplo, se inscriben en un entorno más vivaz, que incluso presenta elementos ligeramente surrealistas. Los cuadros de deportistas realizados a partir de 1933, en cambio, estaban todavía integrados en la superficie, pero a su vez adquirían mayor movimiento.
Formas más fluidas y contornos lábiles sobre una base rica en texturas produjeron composiciones rítmicas (Tenis, 1933; Estadio de fútbol, 1934). Sin embargo, Baumeister mantenía un alto grado de abstracción, incluso aumentándolo en ocasiones.
Comienzo de la época pictórica
Con la introducción de nuevos elementos de composición en torno a 1930, la obra de Baumeister experimentó una fase marcadamente pictórica, que se acentuó hacia el final de la década. El estilo de la aplicación del color, la utilización de arena y masilla, y el tratamiento de la superficie manifiestan que en esta fase el juego intenso con las texturas le importaba al menos tanto como el motivo.
En consecuencia, esta nueva pintura no retrocede ante representaciones del propio acto de pintar, pues en cierto modo Baumeister consideraba al pintor un deportista con paleta, que persigue sin pausa nuevas formas de expresión. Es precisamente en esos cuadros de estudio donde encuentra expresión la nueva versatilidad de sus pinturas.
Si bien aún son reconocibles las formas geométricas básicas, se ha superado todo esquematismo. Triángulos, círculos y cuadrados están recubiertos y atravesados por líneas animadas, curvas, por superficies de arena y veladuras. Los elementos del cuadro entran en un juego libre, dejando más margen para que el espectador se vincule con el contenido de la representación. Esta misma concepción se encuentra también en los dibujos y en la obra gráfica.
Todos los temas y técnicas muestran que en torno a 1930 Baumeister se alejó del cuadro estático. El pintor pasa de una fase tectónica a una fase pictórica.
Corredores – Valltorta
En todos los trabajos de este período se vislumbran las energías estimulantes que Baumeister veía en las actividades humanas como el deporte, el ejercicio de la pintura y la máquina. Para el artista se trataba de fuerzas propulsoras que se hicieron aún más potentes cuando en 1931, en una conferencia, entró en contacto con la pintura rupestre de la edad de piedra. La pintura rupestre, en su íntima relación con la pared (¡muro!) y sus motivos vinculados con lo instintivo-existencial (caza), coincidía casi exactamente con la idea de Baumeister sobre las fuerzas primarias ocultas en el arte. Lo que publicaría en 1947 en Das Unbekannte in der Kunst (Lo desconocido en el arte) fue aplicado a su pintura ya en esta época.
Principalmente los numerosos corredores, saltadores y buceadores en torno a 1934-1935, figuras negras muy simplificadas, esquemáticas, sobre bases marrones toscamente granuladas, constituían la traducción de Baumeister de la pintura prehistórica al lenguaje moderno. Por su carácter conciso, las representaciones de esos años fueron más abstractas que cualquier trabajo anterior. Esto se manifiesta de modo patente en el dibujo El saltador de 1934, así como en el Corredor Valltorta del mismo año.
Figuras que funcionan como símbolos
También el Futbolista de 1934 (véase arriba) se redujo a ese carácter simbólico. Las figuras de Baumeister comenzaron a adquirir un carácter jeroglífico, como ocurriría más tarde con los ideogramas. La función de símbolo o de signo del contenido del cuadro ya estaba presente desde hacía tiempo en los trabajos de Baumeister. Pero tras su acercamiento a la pintura rupestre, pasó a un primer plano. En 1935 escribió a Eduardo Westerdahl que sus cuadros ...
...ya no pretenden ser "una composición bonita", sino una "expresión directa con medios elementales". la fuerza original debe hacerse directamente visible (pintura rupestre de tiempos primitivos) y no a través del rodeo de los medios que utilizaba antes. en los cuadros mencionados, con sus siluetas casi negras, aspiré a representar lo "directo" de las sensaciones.
Cuadros de llamas pequeñas y de líneas
Otro grupo de obras muestra que Willi Baumeister siempre exploraba diferentes conceptos al mismo tiempo. Los aéreos cuadros de líneas presentan un estilo totalmente distinto del de los cuadros de deportes o de corredores sobre arena y de los pintores, sostenidos por superficies coloreadas y estructuradas. También aquí trabajó sobre bases de arena y con planos superpuestos, pero las representaciones son más libres y están como en suspenso. Este tipo de obras ya había surgido en torno a 1924, pero a partir de ahora las formas se desprenden del vínculo tectónico, como en el caso de Figura de líneas sobre marrón o Figuras de líneas (ambos de 1935).
Baumeister fue alejándose cada vez más de la figura humana sin por ello caer en lo no figurativo. Por ejemplo, tituló una obra de esos años Formas terciarias. Dentro de ese mismo conjunto de obras se cuentan algunos Cuadros de llamas pequeñas de 1931-1934 que, junto con las figuras de líneas, representan la transición hacia las series Eidos y los ideogramas de la segunda mitad de los años treinta.
La abrupta destitución de Willi Baumeister de la cátedra de Fráncfort en el año 1933 no le impidió continuar con determinación el camino que había emprendido. En todo caso, esta cesura en su biografía no se refleja en absoluto en su arte. Esta particular continuidad caracterizaría los siguientes períodos de trabajo.