Al final de los años 1910, Baumeister descubrió el teatro como un nuevo campo para su trabajo artístico. Hasta el momento se había dedicado de forma intensa a la pintura. Pero progresivamente se fue distanciando de la superficie bidimensional. Sus pinturas constructivistas de esta época presentan con frecuencia elementos en relieve. De este modo, ciertas superficies de color o elementos de la composición se destacan por sus cualidades táctiles gracias a la aplicación de yeso o de trozos de madera contrachapada.
Baumeister consideraba la relación entre la superficie, el espacio y la arquitectura un tema central. De ahí que los llamados cuadros murales surgieran en esta época, pues estos trabajos murales, que penetraban en el espacio a través de estructuras en relieve, eran el resultado de esta reflexión. En este sentido no sorprende que el trabajo en el teatro lo estimulara, puesto que allí se trataba de crear un espacio escénico tridimensional claramente definido.
Hacia una escena "nueva"
Desde el siglo XIX se observa un movimiento de renovación del teatro. La necesidad de cambio y de un comienzo en un mundo nuevo aumentó después de la Primera Guerra Mundial. Las generaciones jóvenes sentían la necesidad urgente de abandonar el academicismo que imperaba en los escenarios europeos y rusos. Había que superar la estrecha objetividad de la escena naturalista. Muchos directores que más tarde se hicieron célebres, como Konstantin Sergeievich Stanislavski, Vsevolod Emilievich Meyerhold y Max Reinhardt consideraban que en los artistas plásticos, especialmente en los pintores, se hallaba el potencial para renovar el teatro. Es interesante que efectivamente a finales de los años 1910 y a comienzos de los 1920 fueran justamente pintores o pintoras los que realizaran escenografías totalmente nuevas. La modificación en los hábitos visuales que tuvo lugar en las artes plásticas en el cambio de siglo tuvo repercusiones también en el escenario teatral. El escenario se convirtió en lugar de divulgación de nuevas formas artísticas.
Los diseños de Baumeister como contribución a la puesta en escena
Baumeister desarrolló para obras de teatro como Gas, de Georg Kaiser (1919) o Die Wandlung (La metamorfosis), de Ernst Toller (1920) construcciones escénicas muy simples, pues no se proponía crear un espacio naturalista para ilustrar la obra, sino que con la escenografía pretendía contribuir activamente a la puesta en escena. Estos primeros diseños fueron realizados para los escenarios del Deutsches Theater, un teatro privado de Stuttgart. Sus trabajos pueden inscribirse dentro de la vanguardia artística en la línea de artistas rusas como Alexandra Exter y Liubov Popova o del artista Alexander Vesnin.
Muchos años después, el 26 de febrero de 1950, Baumeister escribiría a Egon Vietta (dramaturgo y escritor), para cuyas obras realizó escenografías en los años cincuenta:
la decoración, la iluminación y el vestuario refuerzan lo que sucede en el escenario y redoblan el valor artístico de la obra de teatro que antes simplemente se presentaba. - puesto que los recursos del escenógrafo provienen de sus propios elementos, no se quedan en la pura transparencia, en lo puramente ilustrativo (naturalista), sino que adquieren una fuerza propia. acompañan lo que sucede en escena en lugar de desempeñar un papel derivado.
Es interesante constatar que esta afirmación se aplica ya a sus primeras escenografías y se extiende como hilo conductor del conjunto de su trabajo para el teatro.
El significado del color
En 1926 Baumeister diseña la escenografía para la ópera Ariodante, de Georg Friedrich Händel en el Landestheater de Stuttgart: un espacio escénico claro, con una relación de fuerzas equilibrada entre el espacio, los cantantes y el coro. El artista acentuó superficies de color utilizadas con precisión que, gracias a la nueva técnica de iluminación, podían realzarse especialmente. A cada uno de los personajes se le adjudicaron colores específicos. El héroe y la heroína aparecían en blanco y amarillo limón, en rey en rojo. Para el coro y los solistas trabajó con exactitud la escala de colores y tonalidades.
Durante su período de docencia en Fráncfort, de 1928 a 1933, realizó otras dos escenografías para la Südwestdeutscher Rundfunk (Oficina de Radiodifusión de Alemania del Sudoeste) en Fráncfort. Durante los doce años de domino nacionalsocialista no pudo trabajar para el teatro por ser considerado un artista degenerado.
Nuevos principios después de 1945
Pero ya en 1947 realizó su primera escenografía después de la guerra, una vez más para la Oficina de Radiodifusión de Alemania del sudoeste. En octubre del mismo año se estrenó en Stuttgart el ballet El amor brujo, sobre la música de Manuel de Falla. La escenografía causó sensación y colocó a Baumeister en la portada de la revista Spiegel. Los escenarios de tipo constructivista de antes de la Segunda Guerra Mundial ceden paso a formas más libres, en parte lúdicas, que abren al espectador espacios de sensaciones que pueden completar con su propia imaginación.
En los años previos a su muerte en 1955, Baumeister realizó otras siete escenografías para teatro. Bajo su dirección, algunos de sus estudiantes realizaron en 1949 bocetos para la escenografía de Franziskuslegende (La leyenda de San Francisco), de Ullrich Klein-Ellersdorf.
La tarea de la escenografía
En 1953 Baumeister manifestó en la revista das neue forum 6:
En la escenografía se trata de servir a un propósito, pero no de forma ilustrativa. Es preciso reducirlo a lo estrictamente necesario. La escenografía activa es "complementaria", no ilustrativa. Conforme a este procedimiento, la producción escénica con todos sus medios (palabra, gestos, vestuario, escenografía, eventualmente música) se divide en primer lugar en sus diferentes medios o elementos básicos; de esos elementos se extraen los efectos directos, fundamentales y solo se encuentra la síntesis más intensa de una forma artística en el "conjunto" final, mediante una voluntad de complementación.
En opinión de Baumeister, la tarea de la escenografía no consistía en ilustrar ni explicar todo por completo. Esto significa que los medios espaciales y arquitectónicos, del color y la técnica de iluminación, así como las piezas movibles del escenario deben concederse mutuamente suficiente espacio para desarrollarse, adoptando al mismo tiempo un carácter abstracto.
El lenguaje formal de Baumeister en el teatro fue evolucionando al igual que su pintura. Pero hasta el final se mantuvo fiel a la idea de que la escenografía debe ser parte de la totalidad de la experiencia teatral.
Escenografías de Baumeister
En este panorama general encontrará todas las escenografías de Baumeister para el teatro, el ballet y la ópera. En otra página encontrará una contribución detallada sobre la concepción de Baumeister acerca de la relación moderna entre escenografía y puesta en escena.
- Stuttgart 1919
- Georg Kaiser, Gas (teatro)
- Stuttgart 1920
- Ernst Toller, Die Wandlung [La metamorfosis] (teatro)
- Stuttgart 1920
- Herbert Kranz, Freiheit [Libertad] (teatro)
- Stuttgart 1921
- William Shakespeare, Macbeth (teatro)
- Stuttgart [¿año?]
- Johann Wolfgang Goethe, Faust [Fausto, primera parte] (teatro)
- Stuttgart 1926
- Georg Friedrich Händel, Ariodante (ópera)
- Stuttgart 1927
- Hans Gustav Elsas, Das Klagelied [Lamentaciones] (teatro)
- Fráncfort del Meno 1931
- Darius Milhaud, Theseus [Teseo] (ópera breve)
- Fráncfort del Meno antes de 1933
- Carlo Goldoni, Harlekin, Diener zweier Herren [Arlequín, servidor de dos patrones] (teatro)
- Stuttgart en torno a 1947
- Calderón de la Barca, Dame Kobold, [La dama duende] (teatro), Theater der Jugend, Rotebühlstraße
- Stuttgart 1947
- Manuel de Falla, Liebeszauber [El amor brujo] (ballett)
- Stuttgart 1948
- Paul J. Müller, Einmal Hölle und zurück [Hacia el infierno y de vuelta] (ballett)
- Teatro ambulante 1949
- Ullrich Klein-Ellersdorf, Eine Franziskuslegende [Una leyenda de San Francisco] (teatro), escenografía realizada por estudiantes de Willi Baumeister
- Essen 1949
- Egon Vietta, Monte Cassino (misterio)
- Stuttgart 1950
- Otto-Erich Schilling, In scribo satanis (ballett)
- Darmstadt 1952
- Jean Giraudoux, Judith (teatro)
- Wuppertal 1952
- Egon Vietta, Die drei Masken [Las tres máscaras] (teatro)
- Darmstadt 1953
- Max Komerell, Kasperlespiele für grosse Leute [Teatro de guiñol para grandes] (teatro)